Pyramiden

Pyramiden
Kjartan Flogstad – Interfolio

Con sus dos subtítulos, ya os entrarán más ganas: Una ciudad fantasma más allá del círculo polar y Retrato de una utopía abandonada. Los rusos necesitaban crear unas condiciones especiales en esta ciudad prefabricada en las islas noruegas de Svalbard, para que trabajaodres cualificados desearan vivir y trabajar en sus minas de forma voluntaria. Había probado en otras ocasiones con la instalación de penales cerca de algunas minas para obligar a los presos a trabajar en ellas hasta la extenuación, pero en este caso, las condiciones naturales del lugar eran tan extremas y la cercanía a Occidente tan singular, que prefirieron convertir la ciudad en el mejor escaparate de la capacidad de planificación comunista. Teatros, baños públicos, polideportivos, hospitales, sistemas centrales de calefacción, … lo mejor de que era capaz el sistema para que los trabajadores se sintieran tentados de formar parte de aquel experimento. Hoy, la ciudad es un decorado fantasmal, reflejo de la paradoja del ser humano cuando cree poder controlar la naturaleza (incluyendo a sus semejantes) en todos sus detalles.

Este maravilloso libro está emparentado de forma imposible con Pram Town, el disco de Darren Hayman dedicado al barrio de Harlow, construido en los alrededores de Essex en los años ’50 y que quería demostrar al mundo cómo el hombre había aprendido a aplicar todo su conocimiento para crear una ciudad ideal. Harlow, como Pyramiden, acabó siendo un ejemplo más de cómo lo más importante de las ciudades es el alma, y éste sólo sobrevive cuando surge y se crea a partire de la vida espontánea de la calle. Junto a la librería, han reformado la Plaza de Isabel II (de Ópera). Toda la dedicación y el talento de los diseñadores puesto a disposición de un único objetivo: cómo convertir la plaza en un espacio libre de mendigos y borrachos y donde puedan tener lugar “bellas” imágenes de mercaditos con trabajadores en precario. Tambiuén nuestra plaza se rebela contra tanta racionalidad: los patinadores la toman a las 2 y 3 de la madrugada, los borrachos encuentran la plaza idónea para gritar a las chicas al pasar y los ancianos y “personas de bien” evitan sentarse en los incómodos bancos que parecen un intento de silla eléctrica mortífera alimentada por energía solar en el verano y vientos y corrientes en invierno.

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