El toldo rojo de Bolonia

El toldo rojo de Bolonia
John Berger – Abada

Uno de esos pequeños libros deliciosos y extraños. En esta ocasión, Abada nos acerca una obra de John Berger, ensayista, pintor y novelista, a caballo entre la poesía y el relato, en el que se mezcla la fascinación por el arte y la capacidad de observación y los recuerdos personales de un tío, Edgar, al que se define como fracasado, pero al que se adora por su espíritu libre y su incansable voluntad de adaptarse y disfrutar de los pequeños placeres de la vida. Un pequeño libro para una mañana perdida con una buena bufanda, paseando entre las hojas caídas del parque.

Un comentario en “El toldo rojo de Bolonia

  1. Hey que9 bien este artedculo que incluye una ctaicif3n del gran Walter Benjamedn. GRACIAS POR HABERME PROVOCADO TODA ESTA ELUCUBRACId3N, jejeje Yo he reflexionado mucho en sus conceptos y aunque creo que Benjamin tiene razf3n en bastantes asuntos, no se9 por que9 regreso a mi nocif3n ingenua o primitiva de mi propia experiencia ante una pintura compare1ndola con la visionizacif3n de una peledcula. Creo que si bien citando a McLuhan, el medio es el mensaje, por supuesto que la diferencia entre ambos tipos de ime1genes, la pictf3rica y la fedlmica, es muy grande y ya ni que9 decir de los debrayes de Re9gis Debray cuando hace la diferenciacif3n en las Eras de la imagen. Sin embargo aquello de ”la representacif3n cinematogre1fica de la realidad es incomparablemente me1s significativa” c9sta es precisamente la parte en la que no coincido del todo. Por supuesto que es me1s significativa pero me1s bien es por la imagen-movimiento y la imagen-tiempo que posee el cine, segfan Deleuze, y no por la cuestif3n de “la intensa penetracif3n con el aparato o lo real libre de aparatos” Ademe1s creo que para el espectador promedio lo fascinante de la representacif3n fedlmica, sigue siendo lo que heredf3 de la literatura y el teatro: la cuestif3n narrativa. La mayoreda de las personas te van a relatar su pasif3n por la historia que acaban de ver, me1s que por cualquier otra cosa. Dificilmente se percatare1n del aspecto visual de lo “real”a1 Diantres!, jeje, nosotros no vemos en close ups, ni mucho menos una conversacif3n la percibimos naturalmente con criss –cross-over shoulders, ni tampoco vemos en fades ni en disolvencias, y bueno ya ni se diga los estudios de la visif3n perife9rica que poseemos al ver la realidad tridimensional de nuestro entorno cotidiano. Es me1s, al espectador promedio lo invitamos a ver El hombre de Aran de Flaherty o Sleep de Warhol o algunos de los Fluxus films, (donde el intento porque el aparato no se note es mucho mayor), no puede evitar aburrirse porque segfan lo que ve: “no se trata de nada, no tiene historia” Reitero entonces que casi nunca estoy de acuerdo con esas tendencias de algunos de los grandes tef3ricos de sobrevalorar la realidad en la expresif3n artedstica bfExigirle el aspecto de lo real a la obra de arte? A med me cuativa tanto un Pollock como una foto de Valtierra como una peledcula de Vertov. Uuuf, me parece que esa disertacif3n polarizada de la realidad en el arte de los amantes de lo realista versus los amantes de los abstracto, siempre me hace acudir a que segfan mi me1s profundas y reiteradas experiencias, la percepcif3n de una peledcula o de una pintura, ya sea abstracta o muy realista, la experiencia este9tica ante cualquier imagen, ante cualquier obra, para med es fascinante por el mundo alterno al que me invita, por el uso de sus artificios, sus herramientas y sus aparatos; por la sensacif3n que me produce el descontextualizarme de la inasible, de la nunca complejamente registrable en su totalidad factual; de la monf3tona, lineal, fanica, multidimensional, efedmera e irrepetible realidad de la vida cotidiana.

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