Paciencia

Paciencia

Daniel Clowes – Fulgencio Pimentel

Cinco años han pasado desde que Wilson trajera al Clowes más ácido, descarado y, en el fondo, lleno de ternura y un particular modo de amor. Una temporada que le ha permitido echar la vista atrás, publicar la recopilación de Eightball (una revista en la que toda la plantilla eran sus manos y donde vive el germen de todas su  historias) y preguntarse por el papel fundamental del pasado en nuestras vidas, un peso que siempre acecha y elige por nosotros en la lotería de la vida.

Los de Fulgencio Pimentel han hecho una nueva locura que parece magia y, un mes antes de que aparezca en Estados Unidos, ha entrado por la puerta de La Buena Vida Paciencia. El último cómic de Daniel Clowes sigue el modelo de los superhéroes clásicos de Marvel (como Doctor Extraño y Silver Surfer) para crear una historia de viajes en el tiempo sobre fracasados que solo quieren encontrar la felicidad, el paraíso de una rutina en pareja que elimine todo el mal del mundo. Su primer cómic que no utiliza la página como unidad narrativa cerrada sino los capítulos, donde  los problemas y las soluciones parecen vivir en galaxias distintas.

Paciencia empieza fuerte un test de embarazo pone punto y final a la procrastinación de sus protagonistas. Ambos están torturados por secretos del pasado y del presente que omiten para evitar acabar con su endeble felicidad en común. Pero, cuando Jack ve cómo se esfuma su plan de futuro  al lado de Paciencia, se transforma en una especie de vaquero del tiempo preparado para arreglar la historia, evitar el delirio y echar mano a la violencia y el rencor para recuperar el amor.

Paciencia es una historia con paradoja temporal, dinners de la América profunda, vidas tristes y soledad que, como Clowes ya había hecho en Mister Wonderful, encuentra su particular forma de lograr la felicidad. Un viaje en el tiempo lleno de psicodelia y transformaciones brutales que atrapa como las mejores películas de ciencia ficción.  Paciencia grita a la peluquera como lo haría Enid a su profesora de arte, aparecen ingredientes poderosos tan misteriosos como la nicotina de El rayo mortal y los típicos inadaptados de las tiras de Eightball, quienes viven aventuras más propias de los cómics de los años 40 que de sus mínimas expectativas. Un cómic que funciona como proyección aventurera del propio Clowes, cuya infancia llena de frustraciones, soledad y amargura le ha hecho luchar por una vida ideal. Como si la vida real tuviera más de colores brillantes de lo que supone el gris de los problemas.

Pilar Torres

Deja un comentario