El último imperio. Los días finales de la Unión Soviética
Serhii Plokhy – Turner
Entretenidísimo ensayo que nos cuenta la caída de la URSS, desde la perspectiva que asume que se trata del último imperio, después de los que el principio del siglo XX había visto desaparecer: austrohúngaro, británico, francés, otomano y portugués. Y que por esa misma condición de imperio, no pudo sobrevivir con la llegada de la democracia, que dio paso a una temporal C.E.I. y, finalmente, a la Europa del Este que ahora disfrutamos… y padecemos.
El punto de vista es americano y el relato siempre toma como referencia los documentos desclasificados de la adminsitración Bush I, que sirven de hilo del que desmadejar la trama de acontecimientos. Es un relato histórico de las élites, donde todo lo que se cuenta son las decisiones, dudas y reacciones de las élites políticas y militares de la propia URSS y de los del resto de la comunidad internacional occidental, sus aliados desde la llegada al poder de Gorbachov y su liderazgo reformista.
Las reacciones populares son meras anécdotas, paisajes de fondo de una época revolucionaria que, salvo en el acompañamiento a la oposición al golpe de Yeltsin en las calles y a lomos de los tanques, se hace, como en el comunismo que se resquebraja, de espaldas a la gente.
El libro nos presenta claves de los actuales conflictos en Ucrania y Chechenia y, para un lector curioso pero no experto, ayuda a situar la realidad de una zona de Europa que, por desgracia, no estudiábamos en el colegio. Como ocurría con la educación sexual, se leía el enunciado del título y se pasaban de corrido las páginas del capítulo del libro de texto.
Por eso este libro es recomendable. Se lee como una novela, tiene una intención simplificadora y usa las pequeñas tramas, ya muchas conocidas,y los personajes para hilar los acontecimientos que dan como resultado la Europa que no conocemos.
La historia de una revolución que acaba con un imperio y de la que se intentó hacer una lectura en clave de victoria de EEUU sobre el comunismo, cuando la realidad era que el temor a la fragmentación de un poder nuclear impredecible y a la tranquilidad que da el enemigo conocido frente al que aún no se conoce la cara, convirtieron a la inteligencia americana en un freno de mano de emergencia como el de los camiones en la bajada de los puertos. La última gran historia del pasado siglo XX.