Sueños de trenes

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Denis Johnson – Penguin Random House

Se sabe poco de este autor, o no tanto como algunos quisieran. Cultiva el arte del misterio, quizá por influencia de Thomas Pynchon o de J. D. Salinger, aquel escritor huidizo que dio vida al chico errante y desangelado, Holden Caufield, en El guardián entre el centeno. Denis Johnson nació, por circunstancias, en Berlín (1949), pero es considerado un autor plenamente norteamericano. El sello Anagrama publicó Ángeles derrotados en España en 1986. Con aquel primer trabajo llamó la atención de la crítica, también la de Philip Roth, que vio cómo brotaba de su novela el genio del estilista. Pero en España ha sido Penguin Random House Mondadori la editorial que más obra ha publicado del autor, entre ellas:  El nombre del mundo (2003), Árbol de humo (2009), Que nadie se mueva (2012) e Hijos de Jesús (2003/2013). Destacan Árbol de humo, una compleja y ambiciosa narración sobre la Guerra del Vietnam en la que su autor empezó a trabajar en 1982. Y la reeditada Hijos de Jesús, un conjunto  de relatos de perdedores, drogatas en moteles de carretera y tipos que viajan en coche por la América profunda. También ha publicado varios libros de poemas. Johnson tiene la habilidad de la concisión y, a su vez, provee a su prosa del ángel de la poesía.

Sueños de trenes es una novela corta. En ella se cuenta la vida de Robert Grainier, un pobre tipo que va a pasar un momento difícil en su vida. Como en Stoner de John Williams, Johnson va a narrar la vida del protagonista desde la infancia hasta el final de sus días. Aunque no guiado por el rigor cronológico, sino con algunos saltos en el tiempo. Grainier se gana la vida en trabajos relacionados con la tala de árboles y algunas chapuzas que le van saliendo; uno le lleva a otro, en una conjunción de suerte y de contactos, más que de cualificación. El protagonista tiene una extraña relación con la muerte. Algunos personajes con los que se cruza, solitarios y ruinosos, de una ruina económica y espiritual, se descuelgan de las páginas, las abandonan de una manera trágica y anodina. La muerte es un regalo incierto, casi sucio, que llega de sopetón. En esta deriva que es la vida de Granier en busca de la redención, los perros, pero sobre todo los lobos, van a tener gran importancia.

Denis Johnson crea a partir de personajes anodinos y paisajes agrestes en la primera mitad del siglo XX en los Estados Unidos, un relato de ambiente trágico y denso. El entorno rural, macilento y desolador, no es mejor que el urbano, donde Grainier siente, al final del relato, un deseo desbocado, enfermizo hacia el sexo femenino, entre los confusos cantos que manan de las iglesias metodistas. La escritura de Denis Johnson parece impulsada por una pulsión oscura, de brumas, como si hubiera estado en algún sitio del que no puede contarlo todo. Hay misterio y enigma, y un interés por personajes ramplones que podrían no ser nadie, pero que él los convierte en alguien, en todo.

Me llevaba a casa esta novela antes de que nadie la leyera en La Buena Vida, casi antes de colocarla en las estanterías, como si con ella fuera a salvarme de algo o a encontrar respuestas ocultas bajo sus líneas.  Y sé que eso no cocurre, que es algo imposible, pero al menos  me he asegurado suspender  esto que llamamos vida, al menos por unas horas.
David García

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