Seis miradas. Seis retratos y ocasiones distintas para apreciar las brechas que se cuelan e interrumpen la supuesta normalidad, tan metódica, con la que nos recubrimos para creernos seguros.
Esta es la conmoción que plantea Fabio Morábito en La vida ordenada (Eterna Cadencia Editora). La determinación del azar, su empatía con lo que no controlamos, esa ligereza que justifica el deseo, la inercia de lo no planificado. La posibilidad sobre aquello que parecía improbable.
Un libro que nos hace concebir el retraso, la aparición fuera de hora, como un tiempo que nos han enseñado a conjugar mal. Inquietante.
Buscaremos el lugar en el que la jaula pueda seguir colgada igual de torcida. A una altura que a los altos les siga dando tobas en la coronilla y a los más pequeños les suponga un destello, un elemento que no llegan a poder apreciar del todo. Por mucho que se pongan de puntillas y giren alrededor de ella.
Habrá que preguntarle a nuestra jaula-lámpara si le apetece custodiar otro libro aprovechando el cambio. Que lo valore y nos cuente qué libro, según ella, necesita más alpiste.
Hasta que nos marchemos de Vergara y en cuanto cortemos la cinta del nuevo local, tendremos encendida su bombilla toda la noche, para que siga iluminando el pasillo. Ese muelle que nos hace un barrido de la jornada y de los monstruos, destruidos y por venir, antes de que nos quedemos dormidos.
Mañana domingo 28 de julio, a las 21.55 horas, en la sala 1 de la Filmoteca, Nader y Simin, una separación, de Asghar Farhadi (2011). Una obra maestra incuestionable, sobradamente premiada, sobre el poder de maniobra que tiene el matrimonio, visto como una sociedad nada privada en un país como Irán. Cautivadora. Soberbia.
El recuento del tercer saque a debate está en el horno, a punto de salir. ¿Alguien da más?