Katixa Agirre
Tránsito, 2019
La protagonista de Las madres no acaba de ser madre. No ha sido un hijo realmente buscado, pero ha decidido tenerlo. Es escritora y quiere seguir siéndolo. Solo ha publicado una novela y se encuentra en ese momento de bloqueo y presión por escribir algo nuevo. Paralelamente, los informativos veraniegos se agarran como pueden a una noticia: una mujer mata a sus gemelos recién nacidos. Después de intentar evitar enterarse del caso y sus detalles escabrosos, nuestra protagonista sucumbe a ello y se da cuenta de que conoce a la infanticida. Muy poco, pero sabe quién es. Es en este momento cuando decide que quiere escribir una novela sobre el caso. A partir de aquí, Las madres no, va alternando entre las dos mujeres y nos va contando ambos procesos de maternidad. Katixa Agirre escribe sobre las cosas que no se pueden decir cuando se es madre. Aunque poco a poco vamos desidealizando la maternidad, todavía quedan muchas cosas de las que hablar.
«Para una mujer inteligente no hay nada más aburrido que pasar infinitas horas con un niño pequeño» (Doris Lessing). El aburrimiento, el cansancio, el dolor, el olvido de una misma, la culpa, la soledad… todas estas cosas también forman parte. A veces es todo lo que hay. Pero por supuesto, también es algo hermoso, deseable y revolucionario. La autora consigue ese equilibrio, sin hacer concesiones, pero tampoco volcándose en el cinismo.
«No hay enemigo más sombrío del buen arte que un cochecito de bebé en el vestíbulo.» (Cyril Connolly). La protagonista de la novela, después de su corta baja maternal, pide una excedencia, pero no para cuidar a su hijo, sino para escribir. Con este acto se abre un nuevo tema. ¿Cómo ignorar la culpa por llevar al bebé a la guardería con seis meses pudiendo cuidarlo ella misma? No es que el padre se lo eche en cara, es ella sola quien no puede evitar sentirse mal y sentirse egoísta. No son los hijos lo que le impiden a una madre seguir trabajando, sino la mala conciencia. ¿Cómo puede una mujer ser capaz de desatender a sus hijos? ¿Cómo es posible que prefiera crear a criar? «La buena escritora ha llegado en ocasiones a envidiar a Emma Bovary, que dejaba a su hija recién nacida con un ama de cría y sólo la visitaba algunos domingos, pocos en realidad. La buena escritora se pregunta si sus hijos le perdonarían algún día el hecho de ser tan buena escritora. La buena escritora, en realidad, querría ser un hombre.»
Esta novela, a medio camino del ensayo, nos cuenta de una manera nueva e inteligente los rincones más oscuros que alberga la maternidad. La reflexión que hace la narradora del juicio a la madre de los gemelos es respetuosa y perturbadora. Hace el esfuerzo de pensar tanto en la mujer como en los bebés. Nos habla de la depresión postparto, de su importancia, de su realidad, y de su peligro. Nos habla de la desprotección de los menores ante la ley, en este caso tratados como los hechos. Y nos hace un repaso sobre la historia del infanticidio a lo largo de los siglos, de sus por qués y sus consecuencias.
Violeta Rodríguez