Hemos seleccionado algunos de los vinilos nacionales y extranjeros que marcaron una época en la música popular en las décadas de los ’60 a los ’90. Los pincharemos en la librería y os invitamos a que traigáis vuestra selección, siempre en vinilo, para compartir y discutir afinidades. Nada más inocente, ninguna excusa mejor para comenzar la noche.
Tráete a los amigos y vamos a ver qué escondemos en el trastero donde dejamos los vinilos de cada década.
Hora: 20:00 horas
Días: jueves según calendario
Disfruta de un rato de música con tu consumición
El calendario propuesto es el siguiente:
Jueves, 24 de julio de 2014 Vinilos de una década Años 60 – Revolver, The Beatles
Jueves, 31 de julio de 2014 Vinilos de una década Años 60 – Los Brincos, Los Brincos
Jueves, 7 de agosto de 2014 Vinilos de una década Años 70 – Bloods on the track, Bob Dylan
Jueves, 14 de agosto de 2014 Vinilos de una década Años 70 – Mediterráneo, Joan Manuel Serrat
Jueves, 21 de agosto de 2014 Vinilos de una década Años 80 – The Joshua Tree, U2
Jueves, 28 de agosto de 2014 Vinilos de una década Años 80 – De un país en llamas, Radio Futura
Jueves, 4 de septiembre de 2017 Vinilos de una década Años 90- Nevermind, Nirvana
Jueves, 11 de septiembre de 2014 vinilos de una década Años 90 – Pequeño, Bunbury
El porqué de nuestra elección:
Radio Futura dio a luz tres grandes discos uno detrás de otro: ‘La La ley del desierto/la ley del mar'(1984), ‘De un país en llamas'(1985) y ‘La canción de Juan Perro'(1987). El primero fue embrionario. El segundo de desarrollo. El tercero nació con vocación de culminar nuevas sonoridades que se venían explotando tiempoatrás. En los tres álbumes se despliegan los mecanismos indecibles de las grandes canciones, pero es el segundo, como en una suerte de trilogia que necesita un centro en el que mantener el equilibrio, el que hemos escogido en La Buena Vida como mejor álbum nacional de los 80. ‘De un país en llamas’ es un disco rock que rumia en atmósferas oscuras, más cerca de lo industrial y lo punk que del rock latino. La vía por la que Auserón y los suyos se decantarían en su siguiente trabajo de estudio. No obstante grabaron el ‘El tonto simón’, una minibiografia musical más cerca de los trópicos que de la New wave. Para escribir se encerraron en una casa de El Escorial, donde vivieron semanas de presión y lucidez. Londres fue la ciudad elegida en la que plasmar toda esa energía y creatividad vivida en la sierra madrileña. El disco fue producido por Duncan Bridgeman y Joe Dworniak. Éste último repetiría en el siguiente trabajo de la banda. Musicalmente es un disco complejo, lleno de sonoridades y atmósferas abiertas y metálicas, muy en consonancia con la portada en la que se ven los rostros quebrados de los componentes de la banda. También hay espacio para el juego vocal en las ‘Alas de la mentira’. O ‘La ciudad interior’, que comienza con una batería que podría sonar en un disco de Trent Reznor. O ‘Un vaso de agua al enemigo’. Las letras conjugan un aura de misterio y poesía que pocos grupos se han atrevido a imitar en España, porque aquí se está más a gusto entre las cuatro paredes de lírica amatoria. El mayor de los Auserón prefería acercarse a este tema universal de una manera más críptica en ‘Han caído los dos’: “Ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido, y él encuentra un sentido al enigma que no le dejaba existir.” Los 80 dieron muchos grupos en España, pero pocos que tuvieran tanta consistencia.
The Joshua Tree, U2
¿Qué sucede cuando una banda de rock irlandesa como U2 escucha música norteamericana? La respuesta es que corre el peligro de escribir ‘The Joshua Tree’, el disco que en La Buena Vida hemos seleccionado como el más destacado de la década de los 80. Se publicó en el año 87, y fue producido por Brian Eno y Daniel Lanois -este último trabajaría más adelante con Bob Dylan por recomendación de Bono-. El quinto trabajo de U2 es un disco en el que influyen los viajes que la banda hace por el continente americano, sobre todo por el norte. En la portada se puede ver al cuarteto despojado de instrumentos en el parque The Joshua tree, donde descansa el cuerpo de Gram Parson –The Byrds y Fliying Burrito-. Todos miran a la cámara, excepto Bono, que da la espalda a un paisaje austero y montañoso. El disco suena a rock, a rock templado por los medios tiempos, y está lleno de hits, sobre todo la cara A. ‘Where the street have no names’, ‘I still haven’t found what I’m looking for’ o ‘With or wihtout you’. Canciones redondas que derivan a terrenos oscuros conforme avanzamos en la escucha. Era la época en la que el tándem político de Reagan/Thatcher ya había implantado las políticas de privatización y de desmantelamiento de la industria. En el caso de Reino Unido, una de los sectores más perjudicados fue el minero, acompañado de una demonización y debilitamiento de los sindicatos. Como consecuencia el paro se disparó, U2 quiso dejar constancia de esta penosa situación con la canción ‘Red Hill Mining Town’. En ‘One tree hill’, la banda se lamenta de la pérdida de Gregg Carroll, un amigo maorí con el que, sobre todo Bono, tenía una gran amistad. La canción acaba con un guiño gospel, una de las músicas de raiz que caló en la banda en aquellos viajes por norteamerica. En ‘Exit’ se puede escuhar a unos U2, en Jam session, improvisando, adentrándose en terrenos oscuros y no tan complacientes. Cierran el disco con ‘Mothers of the disappeared’, una canción dedicada a los desaparecidos en la última dictadura Argentina. Parece mentira que un trabajo musical de finales de los 80 esté tan de actualidad en el 2014. En ‘The Joshua tree’ Bono todavía no había explotado su capacidad vocal al 100%, lo dejaría para más adelante, pero se puede disfrutar de la variedad de su registro vocal. El irlandés es de esos cantantes que tiene la capacidad de rasgar la voz y, a la vez, tener un temple vocal cercano a tonos miel. Con este disco U2 consiguió asegurarse su espacio en planeta de los grandes de la música. Después llegaron grandes discos, pero en aquel momento era imposible de saber.
Revolver, The Beatles
Después de 300 horas de grabación, surgieron uno de los 35 minutos más maravillosos de la historia de la música Pop. Era agosto de 1966, The Beatles acababa de abandonar la vía rápida del directo. Una de las razones, el cóctel de ruido e histeria de los fans que superaba, en decibelios, el sonido producido por los ‘four fabs’ en los conciertos. Fue en los primeros meses de ese año cuando los estudios de Abbey Road dejaron de ser un pequeño taller de alquimia para convertirse en un campo abierto en el que experimentar. Revolver, el 7º disco de los británicos, abre con una canción escrita por George Harrison. El ritmo y el golpeteo acelerado e incisivo de la guitarra, el riff jugetón del bajo y las voces arrastrando a Taxman hasta la sonoridad de las seis cuerdas, hace que el tema se convierte en una pieza inolvidable. No es la única canción que escribe para este disco el más joven de The Beatles. Por otro lado, McCartney, en Eleanor Rigby, da rienda suelta a una de las melodías más melancólicas y tarareables de su repertorio. Tampoco es la única pieza que deja en Revolver. En el recorrido nos encontramos con For no one o And you bird can sing o I´m only sleeping, entre otras. No podemos olvidar a Ringo interpretando Yellow Submarine, una canción tocada por el surrealismo, muy alejada de la trascendental Love you to. El disco cierra con Tomorrow never knows, con un Lennon metido de lleno en el éter de la psicodelia. Dirigiendo el flujo de creatividad estaba George Martin. He leído que Revolver estuvo a punto de ser titulado como Abracadabra. No me extraña. Pero hasta el título es acertado, Revolver es un álbum que dispara magia y sueños, experimentación y atrevimiento. En definitiva, grandes canciones.
Buena idea , sois los mejores !
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