Vinilos de una década

Hemos seleccionado algunos de los vinilos nacionales y extranjeros que marcaron una época en la música popular en las décadas de los ’60 a los ’90. Los pincharemos en la librería y os invitamos a que traigáis vuestra selección, siempre en vinilo, para compartir y discutir afinidades. Nada más inocente, ninguna excusa mejor para comenzar la noche.

Tráete a los amigos y vamos a ver qué escondemos en el trastero donde dejamos los vinilos de cada década.

Hora: 20:00 horas
Días: jueves según calendario
Disfruta de un rato de música con tu consumición

El calendario propuesto es el siguiente:

Jueves, 24 de julio de 2014      Vinilos de una década    Años 60 – Revolver, The Beatles
Jueves, 31 de julio de 2014      Vinilos de una década    Años 60 – Los Brincos, Los Brincos
Jueves, 7 de agosto de 2014      Vinilos de una década    Años 70 – Bloods on the track, Bob Dylan
Jueves, 14 de agosto de 2014      Vinilos de una década    Años 70 – Mediterráneo, Joan Manuel Serrat
Jueves, 21 de agosto de 2014      Vinilos de una década    Años 80 – The Joshua Tree, U2
Jueves, 28 de agosto de 2014      Vinilos de una década    Años 80 – De un país en llamas, Radio Futura
Jueves, 4 de septiembre de 2017      Vinilos de una década    Años 90- Nevermind, Nirvana
Jueves, 11 de septiembre de 2014  vinilos de una década    Años 90 – Pequeño, Bunbury

El porqué de nuestra elección:

Nevermind, Nirvana
Parecía que todo estaba dicho en el rock a principios de los 90, cuando la irrupción de ‘Nevermind’ dejó boquiabierta a toda una generación. Ser joven, o adolescente, en esa época, era entender el grito desesperado de Kurt Cobain. Participar de él. Disfrutar del nihilismo sónico de Nirvana, mientras los familiares hilvanaban las prosaicas convenciones, ajenos a aquel sonido arrasador envuelto en melodías tan pop, que sabías que hasta la abuela un día podría llegar a tararear. Después de ver el vídeo clip de ‘Smells like teen spirit’, entre vaharadas enrarecidas de luz neblinosa y aquel señor de la limpieza balanceándose con alma de metrónomo, creer que lo más importante era tener una banda de rock estaba más que justificado -no era la 1ª vez.  Es por eso que en La Buena Vida hemos elegido el segundo disco de Nirvana como el mejor de la década de los 90, no sólo por la cantidad de grandes canciones que contiene, sino por las puertas que abrió a otras bandas. Con la escena musical en su punto y los medios especializados empujando por detrás, el movimiento cultural del grunge se extendió por occidente con rapidez. La ingravidez del derrotismo y la insatisfacción de aquellos jóvenes inadaptados se instaló en la cultura pop. No había joven/adolescente víctima de la camisa de leñador y del sonido de Seattle.
Cuenta Butch Vig, productor del disco, que al llegar al estudio de grabación Sound City en Los Ángeles, después de más de 3000 kilómetros de viaje sin parar, Nirvana olía bastante mal. Pero se le olvidó rápido. El talento de Cobain, y ese primitivismo al tocar la guitarra, como a golpes, junto a la camaradería que vivía la banda, hizo que el álbum se grabara en un buen ambiente. No ocurrió lo mismo con las mezclas. Al cantante no le gustaban los sonidos brillantes que le suelen dar los agudos, buscaba una mezcla menos luminosa, más cerca del espíritu de sus letras. El resultado fue una obra llena de rabia, con guitarras sencillas y una base rítmica contundente. La voz de Kurt aún suena vibrante, a veces demediada, otras como si se adueñara de ella un animal temerario y enfermo. Siempre humedecida de inconformismo. ‘In bloom’, ‘Lithium’, ‘Come as you are’, ‘Polly’ o ‘Something in the way’ forman parte de la historia de la música. No se entienden los 90 sin Nirvana. Su actitud frente a la industria, su post-gamberrrismo punk/intelectual o su incendiaria manera de implantar de nuevo el rock en los bares. Eso sin olvidarnos de su portada.
De un país en llamas, Radio Futura
Radio Futura dio a luz tres grandes discos uno detrás de otro: ‘La La ley del desierto/la ley del mar'(1984), ‘De un país en llamas'(1985) y ‘La canción de Juan Perro'(1987). El primero fue embrionario. El segundo de desarrollo. El tercero nació con vocación de culminar nuevas sonoridades que se venían explotando tiempoatrás. En los tres álbumes se despliegan los mecanismos indecibles de las grandes canciones, pero es el segundo, como en una suerte de trilogia que necesita un centro en el que mantener el equilibrio, el que hemos escogido en La Buena Vida como mejor álbum nacional de los 80. ‘De un país en llamas’ es un disco rock que rumia en atmósferas oscuras, más cerca de lo industrial y lo punk que del rock latino. La vía por la que Auserón y los suyos se decantarían en su siguiente trabajo de estudio. No obstante grabaron el ‘El tonto simón’, una minibiografia musical más cerca de los trópicos que de la New wave. Para escribir se encerraron en una casa de El Escorial, donde vivieron semanas de presión y lucidez. Londres fue la ciudad elegida en la que plasmar toda esa energía y creatividad vivida en la sierra madrileña. El disco fue producido por Duncan Bridgeman y Joe Dworniak. Éste último repetiría en el siguiente trabajo de la banda. Musicalmente es un disco complejo, lleno de sonoridades y atmósferas abiertas y metálicas, muy en consonancia con la portada en la que se ven los rostros quebrados de los componentes de la banda. También hay espacio para el juego vocal en las ‘Alas de la mentira’. O ‘La ciudad interior’, que comienza con una batería que podría sonar en un disco de Trent Reznor. O ‘Un vaso de agua al enemigo’. Las letras conjugan un aura de misterio y poesía que pocos grupos se han atrevido a imitar en España, porque aquí se está más a gusto entre las cuatro paredes de lírica amatoria. El mayor de los Auserón prefería acercarse a este tema universal de una manera más críptica en ‘Han caído los dos’: “Ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido, y él encuentra un sentido al enigma que no le dejaba existir.” Los 80 dieron muchos grupos en España, pero pocos que tuvieran tanta consistencia.

The Joshua Tree, U2

¿Qué sucede cuando una banda de rock irlandesa como U2 escucha música norteamericana? La respuesta es que corre el peligro de escribir ‘The Joshua Tree’, el disco que en La Buena Vida hemos  seleccionado como el más destacado de la década de los 80.  Se publicó en el año 87, y fue producido por Brian Eno y Daniel Lanois -este último trabajaría más adelante con Bob Dylan por recomendación de Bono-. El quinto trabajo de U2 es un disco en  el que influyen los viajes que la banda hace por el continente  americano, sobre todo por el norte. En la portada se puede ver  al cuarteto despojado de instrumentos en el parque The Joshua tree, donde descansa el cuerpo de Gram ParsonThe Byrds y Fliying  Burrito-. Todos miran a la cámara, excepto Bono, que da la espalda  a un paisaje austero y montañoso. El disco suena a rock, a rock templado por los medios tiempos, y está lleno de hits, sobre todo  la cara A. ‘Where the street have no names’, ‘I still haven’t found what I’m looking for’ o ‘With or wihtout you’.  Canciones redondas que derivan a terrenos oscuros conforme avanzamos en la escucha. Era la época en la que el tándem político de Reagan/Thatcher ya había implantado las políticas de privatización y  de desmantelamiento de la industria. En el caso de Reino Unido, una de los sectores más perjudicados fue el minero, acompañado de una demonización y debilitamiento de los sindicatos. Como consecuencia el paro se disparó, U2 quiso dejar constancia de esta penosa situación con la canción ‘Red Hill Mining Town’. En ‘One tree hill’, la banda se lamenta de la pérdida de Gregg Carroll, un amigo  maorí con el que, sobre todo Bono, tenía una gran amistad.  La canción acaba con un guiño gospel, una de las músicas de raiz que caló en la banda en aquellos viajes por norteamerica. En ‘Exit’ se puede escuhar a unos U2, en Jam session, improvisando, adentrándose en terrenos oscuros y no tan complacientes. Cierran el disco con ‘Mothers of the disappeared’, una canción dedicada a los  desaparecidos en la última dictadura Argentina. Parece mentira que un trabajo musical de finales de los 80 esté tan de actualidad en el 2014.  En ‘The Joshua tree’ Bono todavía no había explotado su capacidad vocal al 100%, lo dejaría para más adelante, pero se puede disfrutar de  la variedad de su registro vocal. El irlandés es de esos cantantes que tiene la capacidad de rasgar la voz y, a la vez, tener un temple vocal cercano a tonos miel. Con este disco U2 consiguió asegurarse su espacio en planeta de los grandes de la música. Después llegaron grandes discos, pero en aquel momento era imposible de saber.

Mediterráneo, Joan Manuel Serrat
No es por envidia que elegimos ‘Mediterráneo’ como mejor disco nacional de la década de los 70, ahora que Madrid se afloja con el calor, las calles lucen medio desiertas y el mar es una añoranza, un sueño de espumas, un delirio para aquellos que pasamos agosto en la ciudad. ´Mediterráneo’ se publicó en Abril del año 71, Serrat llevaba guitarra, donde todavía otros desenfundaban pistolas, bigotes perfilados, charreteras, mala sangre. El cantante ya había pisado la cárcel por motivos políticos, e igual escribía canciones protesta que cantaba poemas de Antonio Machado y, más adelante, en el año 72, de Miguel Hernández. Es como si a este catalán universal le atravesara el alma el retruécano de la hondura. Cuenta el protagonista que compuso las canciones en agosto del 70, junto al mar. Mallorca, Girona y Guipúzcua fueron los lugares donde le llegó la inspiración. Si para muchos el mar Meditarráneo es símbolo de paellas y sombrillas, vacaciones de sol y playa, para Serrat representa un carácter, una manera de ser:“Soy cantor, soy embustero,me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero…”, canta en la canción que abre y le da nombre al disco. Con este trabajo, Serrat da un salto adelante en su carrera. Su voz brota con fluidez entre las notas de una orquestación algo barroca, pero muy bien empastada. Al mando de ésta, y de los arreglos, estuvieron Juan Carlos Calderón y Gianpiero Reverberi. Se grabó en tan sólo una semana, en los estudios Fonit-Cetra de Milán. Este artista, delgado como un cirio y con melena setentera, con perfil tanto de raspsoda, como de cantautor o poeta, le tomó el pulso al mar y a la libertad, y lo conjugó con el amor, y al final de la cara B adaptó un poema de León Felipe titulado ‘Vencidos’. De fondo, la melancolía, anegando todos los rincones del disco. En La Buena Vida no tuvimos dudas, por eso levamos anclas, nos acomodamos  y  esperamos a que la música de Serrat nos transporte al Mediterráneo.
Contrabando, Los Brincos
Si hay un grupo de música que marcó la década de los 60, no hay duda que los elgidos son The Beatles. Por eso apostamos por Revolver como mejor disco internacional de la época, pero, ¿y en España, cuál fue la banda pop que marcó la banda sonora de esos años de represión y grisalla? En La Buena Vida hubo cierta discusión, aunque después de un par de cervezas llegamos al acuerdo de que Los Brincos eran la banda más representativa de aquel momento. Con tan sólo 4 discos, pusieron el pop nacional en muy buen lugar, pero sin llegar la repercusión internacional que a Fernando Arbex, líder de la banda, le hubiera gustado. De las dos etapas que vivieron, nos hemos decantado por la segunda. En concreto por Contrabando(1968), su tercer disco. En él ya no hay rastro de Juan y Junior. Y Arbex da un paso adelante en la búsqueda de un sonido más crudo y garajero. Para ello se ponen en manos de Larry Page, productor que ya había trabajado con The Kinks o The Troggs, entre otros. En Londres,  graban un disco que está a camino entre el pop y la experimentación. Su música comienza a alejarse de los guateques, de las letras ñoñas y el ponche, para mirar hacia lugares más osuros. Más adelante darían rienda suelta a esa expresividad desbocada cada vez más alejada de las canciones de corte pop  con Mundo, Demonio y Carne(1970), un disco pionero y atrevido para la época, incomprendido. Pero esa es otra historia que quizá contemos el verano que viene. Ahora nos quedamos con Contrabando, con portada de Iván Zulueta, y canciones como Lola, The Train, Nadir te quiere ya o So good to dance.

Revolver, The Beatles
Después de 300 horas de grabación, surgieron uno de los 35 minutos más maravillosos de la historia de la música Pop. Era agosto de 1966, The Beatles acababa de abandonar la vía rápida del directo. Una de las razones, el cóctel de ruido e histeria de los fans que  superaba, en decibelios, el sonido producido por los ‘four fabs’ en los conciertos. Fue en  los primeros meses de ese año cuando los estudios de Abbey Road dejaron de ser un pequeño taller de alquimia para convertirse en un campo abierto en el que experimentar. Revolver, el 7º disco de los británicos, abre con una canción escrita por George Harrison. El ritmo y el golpeteo acelerado e incisivo de la guitarra, el riff jugetón del bajo y las voces arrastrando a Taxman hasta la sonoridad de las seis cuerdas, hace que el tema se convierte en una pieza inolvidable. No es la única canción que escribe para este disco el más joven de The Beatles. Por otro lado,  McCartney, en Eleanor Rigby, da rienda suelta a una de las melodías más melancólicas y tarareables de su repertorio. Tampoco es la única pieza que deja en Revolver. En el recorrido nos encontramos con  For no one o And you bird can sing o I´m only sleeping, entre otras. No podemos olvidar a Ringo interpretando Yellow Submarine, una canción tocada por el surrealismo, muy alejada de la trascendental Love you to. El disco cierra con Tomorrow never knows, con un Lennon metido de lleno en el éter de la psicodelia. Dirigiendo el flujo de creatividad estaba George Martin. He leído que Revolver estuvo a punto de ser titulado como Abracadabra. No me extraña. Pero hasta el título es acertado, Revolver es un álbum que dispara magia y sueños, experimentación y atrevimiento. En definitiva, grandes canciones.

David García

 

4 comentarios en “Vinilos de una década

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