La luz es más antigua que el amor

La luz es más antigua que el amor
Ricardo Menéndez Salmón – Seix Barral

En la revista literaria El Impostor entrevistan a Ricardo Menéndez Salmón a propósito de su último libro. Os extractamos parte de la entrevista y si queréis leerla entera …

 

Nos hemos especializado en rastrear geografías insólitas. Hace un par de números nos convertimos en los primeros exploradores en pisar la taiga argentina con Guillermo Saccomanno y, en esta ocasión, descubrimos que se trata de un hábitat literario que podemos encontrar también por latitudes ibéricas…

R. Menéndez Salmón

EI: Me han desconcertado algunas de las críticas al libro, sobre todo en lo que respecta al género. Me refiero a denominaciones como “novela-ensayo”. No sé si porque, como lectora, vengo de la literatura rusa y centroeuropea (acaso más “pesada” en ideas), pero me sorprende que, por el hecho de incluir reflexión dentro de la ficción, se plantee si esta obra es realmente una novela u otra cosa.

RMS: Lo veo como tú, tal vez porque también provengo de una tradición lectora donde el mundo del pensamiento está disuelto en el cuerpo de la ficción. La luz es más antigua que el amor es una novela y punto. Que dentro de ella haya espacio para la digresión, para pinceladas de algo que se podría llamar ensayística… En todos mis libros lo hay, no sé por qué tanto debate en esta ocasión.

Creo que se ve especialmente que es una novela en el tratamiento de Mark Rothko: en este libro es un personaje de ficción, si bien hay elementos históricos constatables. Aunque en su origen esta obra nace como un intento de aproximación a la pintura de Rothko desde el puro ensayo, pronto se me fue de las manos y derivó hacia lo que yo quería hacer, que era una novela.

EI: Me ha interesado mucho en el libro, precisamente, ese aprovechamiento de lo histórico (o, más bien, de los vacíos de la Historia) para crear personajes, para jugar con lo que es real, lo que es ficticio y lo que es posible.

RMS: Opino que en ficción, en novela, lo que debe primar es la verosimilitud: el objetivo del escritor es crear mundos verosímiles, no mundos verdaderos. En concreto, en el caso de Rothko, me interesaban ciertas fechas que su biografía dibujaba: el viaje de infancia, los viajes a Italia para conocer pintura, determinados hitos (como la invitación de Kennedy), su relación con el poder económico… Pero justamente para luego, en el proceso de perfilar a ese personaje, ir dejándose invadir por la pasión de la imaginación. Estoy pensando, por ejemplo, en la falsa fotografía con Picasso, que yo aprovecho como coartada para hablar también de Faulkner y de la literatura como vértigo, como fuerza torrencial. Y, por extensión, de la creación, que al fin y al cabo, es el corazón de este libro. Y es que lo que pretendía era escribir un libro sobre los creadores. Me acerqué a la pintura porque con los años he ido descubriendo que es el arte que más me interpela. Quizá sea una paradoja en estos tiempos de imagen en movimiento, de imagen en otro tipo de formatos.

EI: Justo te iba a preguntar sobre esa paradoja.

RMS: Se escuchan voces que proclaman que ha llegado un final de la historia de la pintura. Sin embargo, en esta última década, cada vez con mayor intensidad, éste es el arte que más interesa. Para mí era un reto acercarme a ella a través de la literatura, conjugar esa pasión que siento hacia un arte para el cual estoy absolutamente negado, tratarlo mediante un instrumento con el cual me siento cómodo. Que sería, en este caso, la literatura concebida como imaginación. De ese conflicto es de donde surge el corazón emocional e intelectual del libro. (Sigue leyendo)

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