La niña en llamas
Claire Messud
Galaxia Gutenberg (2018)
Traducción de Amelia Pérez de Villar
Esta es la historia de Julia, no, es la historia de Julia y Cassie, no, es la historia de Cassie contada por Julia.

Julia y Cassie son mejores amigas desde los cuatro años, inseparables, casi como hermanas. Viven en Royston, un pequeño pueblo de Massachusetts. Son absolutamente opuestas, Julia es tranquila, obediente, estudiosa, mientras que Cassie intenta constantemente ver hasta dónde llegan sus límites. Julia es como “Goya, pintando en la corte española, ajeno a la Revolución Francesa. Y ella (Cassie), la Revolución Francesa”.
Pero cuando empiezan la enseñanza media todo cambia. Crecen, y todas las diferencias que antes las mantenía unidas, empiezan a separarlas. Con la entrada a la adolescencia llegan nuevas amistades, nuevas aficiones y nuevos límites que romper.
“Todo el mundo pierde en algún momento a su mejor amigo. Y no en el sentido de ‘se fue a vivir a Tucson’, sino en el de ‘nos distanciamos’.”
Es una novela que narra perfectamente ese momento de ruptura con la infancia por el que todos, inevitablemente, tenemos que pasar. Esa necesidad de alejar a los amigos que siempre han estado a tu lado. Esa búsqueda de nuevas versiones de ti, mejores y más adultas, que sólo años más tarde te das cuenta de que no lo eran. De hecho, muchas veces, es lo contrario a madurar, es madurar dando un rodeo, comportándote más que nunca como una niña pequeña.
El problema llega cuando sí que necesitas que te sigan cuidando, necesitas seguir importándole mucho a alguien. Y eso es lo que le pasa a Cassie. Porque aunque Julia la siga queriendo, la distancia que hay ahora entre ellas hace que parezca lo contrario.
A Julia, Cassie le parece cada vez más lejana, más incomprensible, y no sabe cómo acercarse. Pero eso no impide que deje de pensar en ella, o que deje de ser la persona más importante de su vida. Es bonito leer una amistad tan intensa, un vínculo tan indestructible, desde la inocencia de Julia, que lo perdona todo y no juzga nada. Pero por otro lado, sigue existiendo esa dependencia aunque ya no es correspondida. Y todo esto se cuenta desde una narradora preadolescente, con ideas ya maduras, pero muy puras, y desde un sitio completamente expuesto y desprotegido. Para mí ese punto de vista, ese lugar temporal, era un retrato muy acertado de esa edad.
Hay muchas cosas en la amistad que protagoniza la novela que me recordaban a la saga de La amiga estupenda (Lumen, 2016) de Elena Ferrante. Las personalidades de Julia y Cassie siguen más o menos el mismo patrón que Lenú y Lila. Supongo que porque del enfrentamiento de alguien aparentemente calmado con alguien en constante movimiento nace el conflicto. Y aunque sean niñas muy jóvenes entendemos que ya son personas complejas y contradictorias.
También me ha parecido muy interesante cómo está contada la novela. Hay una parte muy importante que, como he dicho al principio, es la historia de Cassie contada por Julia. Para mí ha sido curioso saber que lo que te están contando no es la verdad, (aunque sea una novela) es lo que cree un personaje que ha pasado. Y sabes que Julia no te está intentando engañar, simplemente cree que conoce tan bien a Cassie que puede deducir perfectamente lo que ha pasado. Y también me refiero a este convencimiento cuando hablo de la inocencia de Julia.
Además cuando se lee la novela, se entiende que la vida de Cassie se ha desarrollado en una dirección tan diferente a la de Julia, que ésta sólo la conocería por las películas y programas de televisión que ha visto. Y eso hace que sea como un cuento, el de Cassie (la niña del pelo de ángel), que se cuenta a sí misma Julia, desde su cariño y amor por ella.
Violeta Rodríguez