Cocaína

cocainaCocaína – Daniel Jiménez – Galaxia Gutenberg

Cada vez que relaciono la cocaína con la literatura recuerdo a Fogwill, el escritor argentino que escribió Los Pichiciegos hasta arriba de la sustancia blanquecina y amarga. Pero es es probable que después de leer este libro cambie de referencia.  Cocaína es una novela en la que el personaje se pierde por los meandros de la autodestrucción por el consumo del polvo blanco.

«Henry Miller escribió: la literatura del siglo XXI será autobiográfica o no será», señala el narrador en la página 97. Por lo que cabe preguntarse si estamos frente a una novela autoficcional. Es algo que no importa,  funcionaría igual de bien, pero el deseo de saber si lo que leemos está basado en la experiencia personal, influye. No obstante, el narrador, casualmente  se llama igual que el autor, Daniel, pero, para poner distancia, este ha decido escribir la novela en forma de diario y en  segunda persona. Lo que le imprime un tono  que oscila entre el reproche y la confesión, la crudeza del que mira desde fuera y el patetismo del que acata desde las páginas.

Cocaína va más allá del relato de la adicción de un joven que anda metido en el angustioso desacato  por ser un tipo normal. El consumo lo aísla y lo convierte en un tipo asocial, en un joven que pierde las riendas de su vida cometiendo el  error de asociar las rayas que esnifa al propio acto de escritura. Daniel se pone frente a la pantalla de ordenador a escribir con la idea de dejar huella en el panorama literario contemporáneo, ayudado por la coca, pero después de la primera raya, el libro al que el personaje aspira queda relegado a un segundo plano. Daniel abandona teclado, verbos, adjetivos, pronombres, sentido común, y entra en una espiral de destrucción anímica.  Sólo atiende a la gramática de esnifar.

Andrés, el camello, es junto a la cocaína y a Daniel, otro de los personajes. Aunque el protagonista nunca tenga contacto con él, más allá de la llamada telefónica en la que acuerda los gramos de droga que quiere. El juego literario que mantiene con ese personaje da muy buenos resultados. Esta escena se repite a lo largo de la novela en numerosas ocasiones e imprime a las páginas  un tono de humor dramático.

-¿Diga?
-Hola, Andrés.
-Hola.
-¿Cómo va todo?
-Bien. ¿Uno y donde siempre?
-Sí.
-Quince minutos.
-Como siempre.
-Sí.

Hay que decir que el  Daniel de la novela vive momentos familiares dramáticos. Su hermana se ha suicidado y sus padres viven en La Majada, un pueblo a casi 200 kilómetros de Madrid, a la espera de que de un momento a otro los deshaucien. Por lo que el entorno es deprimente y propicio para el joven escritor en ciernes  entre en barrena.

Como novela con fragmentos metaliterarios, no pueden faltar las referencias a otros escritores. Por sus páginas pasan Bryce Echenique y una atenta lectura de La vida de Martín Romaña; sus teorías sobre la triada de ídolos postmodernos: Bolaño, Casavella y Foster Wallace, en detrimento de la vieja escuela de los beat y los escritores vinculados al realismo sucio. La anécdota de Pérez Reverte tiene su gracia. Igual que la devoción que demuestra por algunos autores y periodistas contemporáneas.

Cocaína es una novela sobre la adicción, la literatura, la ambición, el desencanto, la pérdida, la soledad -buscada e impuesta-, la degeneración,  la incapacidad para amar, la frustración, el rencor y la lucha por ser diferente a través de caminos que llevan a Daniel a su ruina personal y social. Cocaína ha sido premiada con el II Premio Dos Passos a la Primera Novela. Aunque los premios no son garantía de nada,  creo que es una obra el muy recomendable, valiente y muy bien escrita. Aunque es comprensible que no a todos les apetezca entrar en el infierno -literario- de Daniel.

@cercodavid

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