Día 23: Aspersión

La primera. La única. La última noche, de James Salter (ed. Salamandra), es un libro de relatos sublime, que concede a las palabras y a los pensamientos su verdadero status, el de la no simultaneidad. Porque han ocurrido en paralelo y cuando uno reconoce al otro, esas palabras ya no definen y ese pensamiento ya ha pasado y lo que queda es retener la Belleza porque sabemos que se nos escapa. Como la magnitud de los fallos, el amor, como lo que transcurre a pesar de nosotros.

La última noche es la poda de la siembra, el agua cuando cae el sol. El paisaje de lo que creció en el invernadero. Ese jardín que todos llevamos dentro y que cada noche hace saltar y girar el riego, porque es la única en la que tomamos conciencia de lo que pasa. Mañana será otra, no esta. Otra vez la primera y la última, pero distinta.

Escaleras. Para bajar al sótano.

Escalones, nada más entrar a la librería. Por ambos lados.

Antes de ponernos a rematar faena, subimos y bajamos varias veces las escaleras.

Los escalones.

Giramos.

Hacemos el circuito a nuestro aire.

No nos chocamos. Para eso están las rutas.

Escalamos. En plano y en vertical.

Descendemos al campamento base para subir con la lentitud de Carros de Fuego hacia la cumbre.

Las cimas siempre parecen trozos de roca distante.

La Buena Vida de Vergara es un 8.000 que hemos coronado.

En estas escaleras. Con estos escalones.

Mañana miércoles 31 de julio, a las 22.30 horas, en la sala de verano de la Filmoteca, Siete mesas de billar francés, de Gracia Querejeta (2007). Cine no apto para asiduos a los recreativos. Se recomienda dejar el taco en casa. Las carambolas van por otro lado.

¿Presentaciones: para qué/cómo os quiero? Ayudadnos a dar forma al tercer saque que os hemos planteado esta semana.

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