Día 6: La inquietud del tiempo que cuenta entre el stop y el play.

La excusa que plantea Geoff Dyer en Zona (ed. Mondadori), es Stalker, una película rodada por Andréi Tarkovski en 1979. La revisión, secuencia tras secuencia, de esta obra.

Pero desde el principio, el escritor comparte su propósito de no hacer una disección de teórico de videoclub. Este libro es una reanimación, la de Dyer, no de una película. Zona es un acelerador de lo inconsciente. De las reacciones que brotan en el autor ante la supuesta repetición del plano fijo. Escondites mágicos que unen referencias y recuerdos con la nostalgia que se le ha ido acumulando a lo largo de la vida.

Nadie debería entrar en una habitación a menos que la entienda. La gente se comporta de una manera en las habitaciones y de otra en la calle, los parques y los aeropuertos. Entrar en una habitación es aceptar cierto tipo de comportamiento”. Una rendición constante a un retorno que, aunque parezca el mismo, siempre es distinto. Sorprendente.

Partido amistoso.

Chapas de cerveza contra tapones de vino.

Por todos estos años que han sido convocados por los clientes, pero no han jugado como titulares líquidos y se han quedado en el banquillo. Resistiendo, sin perder la paciencia ni la visión de juego.

Las porterías, una papelera y el cubo donde ponemos los vidrios antes de llevarlos al contenedor.

Nos tiramos al suelo.

Retiramos las mesas.

Va a estar reñido. Esperamos no tener que llegar a la prórroga.

Hemos decidido que no habrá marcador.

Que corearemos los goles, porque el abridor de botellas de vino, que usamos como escanciador de café, ya está precintado, como un árbitro suplente, en el nuevo local.

No pasa nada.

Los cerveceros bebemos un sorbo de rubia y nos dejamos un bigote de espuma para que nos de suerte y los cepadores dan un trago-gárgara, pequeño, para retener el tanino.

La suerte está echada.

Mañana domingo 14, en la sala 1 de la Filmoteca a las 18 horas, los feligreses de Polanski podrán rendirse a Un Dios salvaje (2011). La versión de la obra de Yasmina Reza que pone en práctica cómo usar a los hijos como arma arrojadiza para sacar al enemigo que llevamos dentro (en pareja y por separado) y una vez que da la cara no sabe irse. Una tutoría magistral.

Queda pendiente lo del debate. Comentarios del primer saque.

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