El origen del mundo

El origen del mundo
Pierre Michon – Anagrama

El recuerdo del despertar puede jugar malas pasadas. Con el tiempo esa sensación de asalto electrizante se puede convertir en la delectación de un momento invasivo, exaltado, de inmediatez carnal, pero aséptico.
Michon es un esteta. Le gusta pulir las palabras y destilar sus sonidos. Su literatura es paladeo, pero en esta obra breve, menos academicista de lo que nos tiene acostumbrados,  hace que su joven protagonista se ensimisme de tal modo con Ivonne, la sensual estanquera de una pequeña ciudad de provincias, que la carnalidad que le invade logra quedarse solo como pasto del paisaje, una epopeya redundante y no saciada, un elixir sin gas.
El autor intenta compartir el pulso acelerado de esta víctima de su propia excitación. No provoca tensión, no hay acción, y este episodio bucólico  termina siendo, en cierto modo, una línea plana. A veces la belleza de tanto recrearla se queda vacía.

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