La soledad de los números primos

La soledad de los números primos
Paolo Giordano – Salamandra

Creo que es verdad lo que ha dicho el autor en alguna entrevista y que todos tenemos algo de número primo. Todos alguna vez nos hemos sentido solos, completamente perdidos intentando encajar en las circunstancias como un circulo de madera en la hendidura triangular de un puzzle muy simple; aislados de los demás por una fina capa de película transparente, como la que conserva el olor y el sabor de los alimentos. Nadie puede probarte.
Los fantasmas de esta novela son de carne y hueso y se sienten siempre solos, especialmente cuando están acompañados. Deambulan en un perímetro muy pequeño porque están encandenados a un pasado que dilata el presente y vuelve el futuro inalcanzable e insípido.
La novela está hecha a base de pequeños detalles que son al mismo tiempo la envoltura y el fundamento de los personajes; dónde fijan la vista, qué pensamiento tienen asociado a cierto objeto, sus manías. Y a medida que pasamos las páginas sentimos que les conocemos con una extraña familiaridad.
Hay una historia de amor muy triste, carente casi por completo de dramatismo. Un amor seco del que no brotan las lágrimas (el dramatismo es todo mío) y que es, sin embargo, un amor romántico.
Y no hay moraleja. El resultado es incomprensible y predecible al mismo tiempo, exactamente igual que la infinita progresión de números primos. Adictiva. Paula

Un comentario en “La soledad de los números primos

  1. Mejor en compañía

    Cosas bonitas se han publicado respecto a esta novela: halagos dirigidos a un joven escritor que aplica la teoría matemática como metáfora de una historia humana, que en el fondo no es más que otro argumento (nada novedoso) sobre amores imposibles y vidas truncadas, seccionadas por el azar.Pero no es la originalidad del contenido lo que emociona de esta novela cuando uno la concluye (entendamos por “emoción” al brote mismo de la lágrima en cuanto se cierra la solapa, ni más ni menos) La soledad de los números primos contiene una bonita historia en un continente perfecto.

    Mattia y Alice ejemplifican dos vidas, como las de tantas personas reales y al lector le resulta casi inevitable alcanzar la empatía junto a ellos: el mundo se revela siempre traicionero, inexplicable, injusto; el “peso de las consecuencias” cae sobre nosotros tras cada impulso irreflexivo o aguarda en la sombra amenazante y paciente… porque aunque en la vida lo que cuentan son las personas “normales”, todos nos hemos sentido extraños y especiales alguna vez, y ahí es donde esta pareja de números primos y geniales ejerce todo su poder y nos conmueve a través del relato de su experiencia.

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